Friday, May 29, 2009

Just banter

Confieso que a veces me gusta bailar solo, tropezar entre las baldosas y aterrizar mis dientes sobre mis pisadas. Es el ritual de lo “cool”, la forma más sencilla de recordar que no estamos muertos, que las casualidades existen. A veces, rezar por una caída dolorosa puede también renovar nuestra fe.

Mis amigos intentan detener mis movimientos, considerándolos obscenos y ridículos, un crimen a la elegancia. Digo yo, qué onda con la etiqueta? Hasta ahora, el poco uso que le he dado con personas desconocidas y amigos ausentes, ha sido únicamente como chispa cómica, para embarrar las conversaciones que en algún momento de la historia de la humanidad dejaron de ser obligatoriamente serias.

Lo de los caballeros dejo de funcionar en “Goldfinger”, cuando el machazo de Sean Connery hace gala de su sexismo durante 108 minutos. Tremendo hombre, me gustaría acariciar su barba alguna vez, a ver si en pura expectativa supersticiosa, recibo algo de su suerte con las chicas.

No mas flores para los muertos, no mas bailes para tu viuda. Esta vida la tienes que vivir solo, en traje, bailando y deseando ser James Bond; así aprenderás algo más sobre tus años que no existen. Porque al final de eso se trata: cuando tengas una jeringa clavada en tu brazo y tus signos vitales eyaculen el último suspiro de vida, te darás cuenta que tus amores, vivencias, problemas y demás boludeces, han sido solo un muy mal sueño.

Pasen buenas noches, o mejor aún, sigan viviendo. Ámense y jamás olviden.

No me conocen

"Ni me acuerdo del recuerdo",
ojalá pueda decir algún día eso
poco seso y poco corazón tengo,
y me entretengo con la verdad escrita,
la que no se da, ni se quita
la última hoja de la margarita, esta mojada,
"¿Me quiere mucho, poquito o nada? no lo se..."
¿O me hago el que no lo sé, o me cago?

Parece que no tengo corazón
parece que no tengo sentimiento,
¿Por qué deje tantas cosas atrás y me fui como el viento?
dije que quería vivir y me fui...
de mi nadie espera ni siquiera que diga "adiós"

- Andrés Calamaro

Thursday, May 28, 2009

Nuevamente, felicidades

Te encontrabas danzando en el hilo naranja, escuchando secretos podridos.

Hablar con términos modernos es la nueva moda, como ahogarse en el suspiro de tu madre, en su nalga suave y trabajada… maldice mis inuendos, solo tengo códigos para ella.

Desvirgar las generaciones de su concha, de donde tu cabeza afloro en los tiempos tristes, respirando el trago amargo, vomitando los gritos que después de 30 años se pierden en la niebla de la notoriedad.

Que cotidiano es el asunto de la prole, a pesar de quererte tanto y odiarte a muerte. Porque ese amor, ese sentimiento que se hunde en el sofá y entre las páginas de esa boca, no es más que el trabajo de décadas, menopausias y deseo.

Yo le regalaría la vaginoplastia. Para reciclar su lista, quiero que vaya a acorde con la modernidad de tu falda.

No es a ti a quien amo si no a tu madre. Ay tu madre, tu mamá, tu mama, tu muerte, la iracunda calvicie de su sexo. Beber su saliva como si de una fuente se tratara, esa sangría con demasiado limón. Sus líquidos, el negro debajo de sus senos, el olor del agua que se escurre al bañarse. Quiero dormirme mojado, y que seas mi hija, para odiarte y no perder nada. Todavía soy ese estigma griego.

Eres el enemigo con la sonrisa más hermosa del piso. Pierde el miedo, levanta el vuelo.

Radiografía impersonal

Aun lo puedo ver, cuando el humo impregna mi cerebro durante aquellos viajes de exceso.
La presencia de mi abuelo desnudo, más allá del espejo retrovisor.

Su silueta vibra dentro de su arrugado cuerpo,
Sus pezones escupen néctar florado, cosechas memorables.
La nostalgia, querida, es un sentimiento curioso.

Atlético y flojo, imitando al maíz marchito
Pinta las paredes azules de su casa con las manos.

Mi abuelo

No te creo. Materno. Tierno.


Mi abuelo.

Amante de la nada
Enemigo de la vida.

Siempre lo entendía, hasta que un día me apunto con su arma al pecho,
Amenazando mi única posesión.
Entonces sus palabras se volvieron balbuceos,
Las arrugas se convirtieron en canales
Su boca en puro amor.

Ni siquiera sé porque te cuento esto, la verdad es que necesitaba hablar con alguien. Quieres ser mi nuevo abuelo?

“Cállate, hablas demasiado”

Ella entendió mi desesperación, y el mundo terminó.

Wednesday, May 27, 2009

La vieja y la traición de las ideas

Había una sola solución: la eutanasia.

El dolor era demasiado para soportar, necesitaba sacarme la joroba y colgarla junto con los otros esqueletos. Para eso había una sola persona que me ayudaría, alguien que pudiera venderme la bien amada cicuta. Alguien lo suficiente caradura para versar azúcar en mi tanque, para hacerme perder la mala leche para siempre: un asesino a sueldo. Por eso estaba en este viaje tan extraño, el final.

El callejón era oscuro, demasiado para los gustos de cualquier hombre normal. La sobredosis de nicotina me hacia sudar frio, las perlas de sudor estallaban en mi boca, haciéndome olvidar el mar y el sonido de mis pasos sobre el maltratado asfalto.

El camino a la perdición, algunos le llamarían. Pero que iba a saber yo que aquella vieja, tan estática y solemne, me revelaría tan jodidos secretos? La tercera edad cambia la visión de la vida, pero por que en aquel brillo de su ojo de cristal no encontré lo que me haría cambiar de idea? Es como irte de un bautizo con más preguntas de las que entraste.

“Los hombres de fe ahogan a sus hermanos, violan a sus hijos”.

Es lo que la señora, al final del camino y sentada en su mecedora de palos, me había dicho mucho antes de presentarme, destruyendo mis meticulosamente planeados treinta segundos de intercambio conversacional.

“Ahm, es usted Juana?”

“Y la salvadora, De Arco sin llamas.”

Su desdentada sonrisa me provocaba nauseas y una admiración sobrenatural. “Unas mamadas tremendas!”, me decía el ego, mientras coordinaba mi erección para simular la incomodidad que debería de sentir ante su dentadura podrida. Pero que iba a saber yo sobre sexo? Mis amantes siempre han sido muñecas reales.

“Es con usted que debo hablar… para ya sabe?”

Ella levanto la cabeza, escrutándome atentamente son los ojos cerrados. Podía entrever el reflejo de su ojo falso, sin evitar hacerme preguntas ridículas sobre si estas personas eligen sus prótesis como si de un jersey se tratara.

“Haces demasiadas preguntas. Es tu primera vez comprando yerba, supongo.”

Que maleducada la vieja esta! Tan mística al inhalar, y de repente cae en la desgracia del coloquio. Perdí mi maciza erección inmediatamente, sin sorpresas, aspirando la sangre en mi entrepierna.

“Si, a cuanto la onza?”

Que duro es aprender que el suicidio es un tedioso intercambio monetario. Sera mejor enrollarme en casa, donde las malas bocas no me turben el viaje.

33



Estaba leyendo un libro de cocina en esos momentos,
Ansioso de descubrir el origen de los merengues,
El deseo suave y dulce de copular.

Es mi error dejarla por el vigoroso cacao, o el atractivo aroma menstrual de la carne recién cocida?
Puede juzgar un bufón convicto mis letras?
Cuantas preguntas para un funeral, como si en vida no hubiéramos conocido a nadie.

Este suicidio es el tributo original a la cerámica y grasa,
Más interesante que su furia vaginal, que los efectos secundarios de su sexo dopado.
Aun la escucho dentro de mi cabeza, pintando de rojo el gris.

PERO COMO ES QUE TE LO TENGO QUE DECIR?

Tus demandas no serán cumplidas, animal del monte, ya nuestra saga se acabó.
No te quiero cruda ni alegre, ni siquiera tanto como antes.

Calla y entra aquí; todo se cocina a 180 grados.



“No saber cómo encogerme fue lo que me hizo perder esa tarde lo único más importante que mis manos. Ahora la vida no vale nada, no hay más secretos que contar.

Mi indiferencia me mató: un autentico suicidio en aerosol” - Charles Markansvansky.

NO PAN ALLOWED

Y el pirata, famoso por sus saqueos y derrotas, se sentó a la orilla del peñasco. Quiso sentir el tic tac del reloj tamborileando en su tímpano, agria obsesión de su bien amado ídolo, pero nada estaba allí: ni su parche, ni su garfio ni las hadas.

Que es sin una niña con alas para perseguir? Sin los cantos y gritos de los niños desnudos? Los piratas ya no son lo que eran antes, una desgracia para los tuertos del ayer, los perdedores desempleados.

El mar no es para él, su vida esta prestada. Que solo estaba el hijo de puta.

Tuesday, May 26, 2009

Audio USB

Chiclop chiclop chiclop chiclop
Chiclop chiclop chiclop chiclop
Chiclop chiclop chiclop chiclop
Chiclop chiclop chiclop chiclop
Chiclop chiclop chiclop chiclop
Chiclop chiclop chiclop chiclop

El sonido del amor.

Desliz, chiclop
Grito, chiclop
Que lindo lo has hecho.

Soy imaginario, y tú también
Quizás delirante, como el tiempo de espera entre cada saludo.
Ella inverna para siempre con las manos vacías,
Nosotros pensamos en el estallido naranja.
Todos nos vestiremos y regresaremos a nuestras vidas,
No creemos en Dios, recuerdas?

Yo quiero, te juro que te quiero... chiclop
Es a ti, solo a ti y a siete mas ----- chiclop
No me sueltes, o seremos interrumpidos nuevamente por...

Chiclop chiclop chiclop chiclop
Chiclop chiclop chiclop chiclop
Chiclop chiclop...

El sonido del amor.

Markansvansky y la demencia

Quisiera ser un cavernícola, el macho alfa de sus ordenadores.

Cóncavo, lascivo, mancha, piel, sol, inerte, estático, vaya vaya, miren lo que tenemos aquí. Pero que interludio insoportable, termina de salarla que está lista para comer.

Caníbal, poder, He-Man, los señores que se arrastran con la boca, como gusanos que aun esperan la tesis para el estudio bifocal del universo. Por eso escribes palabras, para saciar a los inquietos, como debilidad, cloro, bicarbonato, química y agentes que reprueban sus exámenes de detective.

Y bajo el microscopio, todos sonreímos muy dentro, como un subnormal. A sabiendas de que estamos caminando en las calles de su vida, aunque no sea como Neil Armstrong, con ese gran paso para la humanidad y el inevitable acoso de sus pisadas bajo el viento lunar.

Conspiración y luz propia, he dicho!

Te sientes feliz cuando piensan en ti, eh? Pues claro, no hay mejor receso que el refresco, efervescente, refrescante, marrón, negativo, asesino. Porque incomodo, mal sentado, yuxtapuesto no me siento, ni mucho menos tu, demasiado banal para mirarte en el espejo.

Te regalare un pene de cumpleaños, mi queridísimo amigo, y cuando las venas de tus ojos quieran estallar de soledad, llantos de los que no te arrepientes y que conviertes en canción, ahí estaré recitando palabras que nadan como el sexo, como el tuyo, el olvidado, el elegido que truena durante los apagones.

Lujuria, bufón, confuso, corriente, bulbo, pecho, calor. Y los que leen no entienden, porque a sinceridad nada tiene sentido si no eres la carne.



“Honestos bastardos y nobles amateurs… yo los puedo envilecer con solo un golpe de una pluma, donde yo he escrito nada crece. Demasiado viejo para ser maldecido, poco experimentado y un tanto homosexual, necesito que me ames y me expliques el por qué los niños huyen de mis besos.”

Y así le dije al conde del rio, para que no me castrara al final del día. Si lo convencí no lo sé, jamás miro hacia abajo después de que me dejaste por aquel mecánico. Sonreí al ver tu sombra marcharse, pero mis pezones jamás volverán a ser los mismos.

Sadako's Fury

Ella podía observar todo desde arriba. Una vista que en los últimos minutos se había vuelto asqueante; agria, como cuando de niño te llevas la orina a la boca. No es una experiencia de todos sentir la repulsión en su estado puro: la tristeza de no ser el único ser vivo. Para ella, hoy, ese sentimiento tan común se había convertido en rabia. Una insoportable comezón le rasgaba la piel.

Cuanto odio sentía la emperadora de los sueños. Su oreja indiferente, era bombardeada por las inútiles suplicas de sus consejeros; amantes que pronto gustarían el sabor de su propia sangre en sus bocas, presas del miedo asfixiante. Sadako, con su corazón en llamas, ya había dado la orden. Los soldados de cristal marchaban las calles del pueblo, bajo la mirada de sus ojos llorosos. Ya nada salvaría la vida de la plebe.

GODSPEED MURDERERS!

Con los pasos uniformes, redoble de botas y el ruidoso aplaudir de las armaduras, cada rincón de la villa había sido manchado por el azul de los guardianes de la paz, que bailaban con antorchas en mano.

DANCE MACABRE!

Los ojos de la gente, que desbordados de sus cuencas espiaban las ventanas, ardían de soledad. No estaban seguros en sus casas: lo sabían. No había preguntas en su curiosidad, el fuego que se dibujaba en las ventanas no podía significar otra cosa. “Que desilusión… tantas cosas por hacer tanto por el que vivir“: mentiras piadosas de los condenados. La plebe no puede tener deseos, esperanzas o tan siquiera metas; los comunes son el agua de los caprichos.

De un momento a otro las astas rojas volaron en el aire, hiriendo los delgados techos de paja. Los gritos se elevaron junto con el humo, danzando, contorsionándose en el aire. Sadako respiró hondo, ansiando sentir la desesperación inflar su pecho. Sus pezones, amenazantes como astas, rozaban su vestido de seda roja, que se mimetizaba con el paisaje que observaba extasiada. Y bailó. Debajo del cielo naranja, rodeada de la neblina negra, del olor a cadáver que tanto la complacía. Bailó hasta sudar, excitada, mientras se derretía su entrepierna y se mojaban sus tobillos.

Al amanecer, cuando el primer viento pitaba entre las armaduras de los asesinos, levantando las cenizas de niños, madres y homosexuales, ella comenzó a escuchar las voces. Cientos de pequeñas vocecillas que gritaban detrás de su frente, diciendo cosas horrorosas, cantando himnos anárquicos. Comenzó a rascarse las mejillas para sacarlas de sus muelas, mientras ululaba al cielo. Se golpeaba la cien con los puños y ululaba, como pidiendo el descanso; “ahórrame las repercusiones”… vamos Mike, que no viene al pedo. Es solo una canción.

Y pensé para siempre, que la batalla estaba ganada.

Caida libre

Allí estaba, con la mirada fija en la botella de shampoo, perdido entre el viscoso material rojo. Nunca entendí la importancia del Áloe Vera, aunque quizás solo estuviera pensando en ello para ocupar mi mente.

El zumbido del silencio, acompañado por los altibajos de la bombilla, eran elementos necesarios para acompañar el escenario, preparándome para el momento de ejecución. Desnudo, con mi naturaleza en las manos, buscaba otra excusa para no darle de beber a la bestia. Obviamente, el tiempo había llegado, y no tenía de otra: enfrentarme al final de los tiempos.

Desde adentro, las venas latentes ubicadas debajo de mi espalda, respiraban por si solas del esfuerzo. Cuanto agobio de solo estar allí, rodeado de las descoloridas baldosas, abrazando de piel a piel los capilares de mis pies. Respiré hondo y lo intente repetidas veces, incluso cerré los ojos: pero mi voluntad era más fuerte que la obligación... mis canales no se abrirían.

Entonces comenzaron a fluir las ideas. En los momentos de desesperación, el instinto humano prevalece, aun mas allá de nuestro entendimiento; solo es necesaria la motivación adecuada. Extendí mi mano por puro instinto, detonado por las neuronas que aún me quedan durante la crisis, y alcancé la llave del lavamanos, la cual abrí con un suave movimiento de muñeca, como el que se guarda de que algo estalle. Un instante después el solvente universal comenzó a caer graciosamente.

Ayuda inevitable del hidrógeno, bocanada de humedad. La idea del agua corriente, la indetenible decadencia de la vida, los 5 minutos que le faltaban para terminar. Juego con el arma, doy de beber nuevamente al gran lago.

Como me gustaría enrollar este momento y fumarlo. Perderme entre la inmundicia.