Monday, February 21, 2011

Mantra de la estaca


Alguien más te lo está clavando. Eso está totalmente bien. Y clavandolo bien, lo que es totalmente el trabajo de alguien más. Pero es más bien alguien totalmente diferente a mí el que te lo está clavando y aquello no está bien. Es una ofensa en contra de la repetición esto de la poligamia, y si de algo sé, es de repeticiones. Recapitulemos. Ese alguien más que te lo está clavando bien, clavandotelo totalmente diferente a mí, infectando mi idea de la repetición con su poligamia, no es yo, no mí. Nunca lo seré/no lo soy, y si de algo sé, es de jamás ser.

Alguien más te lo está clavando. Eso está totalmente bien. Un solo mantra. Para siempre.

Monday, February 14, 2011

Ahora feliz, feliz



Una olla de pasta ai gamberetti para uno
El sabor de los chocolates ajenos
(3) mensajes sin leer en el celular
Y correos que no se acaban nunca. En serio, nunca.

Cógelo suave Algora, que sólo tengo un corazón.

Feliz día de San Valentín. Y cuando digo feliz.

Sunday, February 13, 2011

Ulus, el astuto


Siempre que miras
aquellas cordilleras
desde arriba

No te preguntas
en momentos lucidos
¿qué hay debajo?

Wednesday, February 9, 2011

En aquellos días


En aquellos días en verdad creía que sus quejas y acusaciones eran una forma abstracta de compensar su aparente inhabilidad de demostrarme cariño. En aquellos días en verdad lo creí. "Odio esos pantalones que siempre usas. Hieden como a algo que siempre se usa", decía lanzándome una mirada de asco que llegué a conocer tan bien. "Ok, more. Yo también te amo." Y en verdad creí que la amaba, en aquellos días.

Salíamos religiosamente de su apartamento a las 5 de la mañana: Ella para ir al trabajo, yo como mero acompañante. Estaba desempleado y sin obligaciones sociales, pero la seguía de todas formas; Ella desconfiaba de mi presencia única en su hogar. "Odio que me le pongan la mano a mis cosas cuando no 'toy, esa vaina me hierve la sangre", decía arrojándome esa mirada de niña rabiosa que conocía de sobra. "Ok, more. No tengo intención de jamás quedarme allí, es muy oscuro y me gusta acompañarte para verte partir. Todo el asunto me recuerda a una canción de Darnielle." Y durante aquellos días, estaba completamente seguro que la vida era una composición musical. En verdad.

A pesar de que Ella odiaba muchas cosas, me pensaba la excepción. Ese era el encanto de estar juntos, creerme la boya que la mantenía a flote en este mundo supuestamente tan feo e invivible que convierte el uso del odio en algo plausible, hasta totalmente aceptable. Nos vimos - o yo vi, lo que Ella observaba era poco y aparentemente odioso - caminando hacia la parada de bus más cercana, cuando al otro lado de la calle apareció un frutero cargando unas guayabas cuya redondez absoluta catapultó una torrencial tormenta tropical en mi boca. Una mordida y diez pesos después, ese veneno tan bello se articuló nuevamente.

"Odio como te comes esa maldita vaina. No me guta eso, no es sano disfrutar de algo de esa manera"

La miré y supe que Ella estaba en lo correcto. "Mi amor, tienes razón. La guayaba es merecedora del odio, es simple y llanamente la fruta de una incansable frustración. De verdad, te comprendo a la perfección. La envidia que produce el sabor verdaceo de su color, como el diente penetra la ceguera de su cascara, revelando su ridiculo corazón. Este seno imposible alguna vez le perteneció a la planta, esta pulpa que palpo en el paladar fue la entraña de la fruta, hija de la tierra. ¿Y qué revelamos al nutrirnos de ella? ¿Qué hay al abrir sus puertas? Pues te diré que entro de ella viven cientos de ojos, simbioticos, sincrónicos, implacables, malditos e infinitos, y vaya uno a saber cuantos adjetivos más. Macro y micro, no sé. La delicia de la guayaba no es humana, eso me quilla. Por fin te entiendo."

Estaba hablando solo, ella ya se había ido. Un moreno voceando FERIA reguindado de una monstruosa bestia azul se la llevó. En aquellos días en verdad creí odiar una fruta, que en esa similitud entre Ella y yo por fin podríamos creernos, como en aquellos días. Hoy todo es otra cosa, el mundo es demasiado ateo. Pero aún espanto las malditas ciguas palmeras, el ave nacional más inútil del mundo, de mi mata de guayaba. Siento el deber de defender ciegamente lo que odio, la mujer, su desgane o el sabor salvaje de la fruta, como en aquellos días, que por mi buena suerte a malas penas recuerdo.

Sunday, February 6, 2011

Noche del segundo


Tengo un doble litro de Pepsi entre las piernas, esperando que se enfrie para que todos bebamos de él. No, no es una metáfora, esto no es literatura. No, no, no. Podría hablarles de como la luna parece una sonrisa, pero alguien ya lo ha hecho. Podría tambien decirles como me enamoré de una haitiana que me encontré en un bar, como ese torrente de rizos se me entró por los ojos como un sueño del congo, como una salsa en un callejón, como una canción de Modest Mouse. Como, como, como, comiendo all that icing and all that cake. Pero es que a nadie realmente le interesa, y este mes de febrero, un mes horrible que no tiene la culpa de sus malformaciones temporales, de su existencia subjetiva, no deja espacio para el arte al menos que esté estrictamente ligado con los principios del entretenimiento. Así que esta es una entrada que no es una entrada, un único párrafo que quiere comunicar algo, sin realmente hacerlo ¿Ven que entretenido? Siento también los testiculos congelados, un placer tan grande como este biliguel que me voy a bajar solo, porque según las personas de esta casa mi entrepierna es tan tóxica que ni siquiera el plástico puede contener la inevitable descomposición de este adorado liquido sacaroso que ahora me pertenece a mí. Sólo a mí.