Se me ha ocurrido mientras se me contraía el estomago de dolor y manotazo a manotazo me sacaba una larguísima lombriz del ombligo, lo que me dijo Bob. Se me ocurrió preguntarle una noche sobre las chicas del club Loquiso, sobre su forma suelta de desenvolverse, la manera en que se alzaban sobre el suelo y nuestros sueños en puntillas, altas y promiscuas. Bob me respondió con un seco "todas iguales, las he probado todas". Todas iguales dice Bob, que las ha probado todas, reitera. Es acaso improbable o absurdo que en lo que me saco este anélido del cuerpo me venga a la mente esas frases de Bob, sobre el club Loquiso, sobre las locuras del sexo ilegal. Ya completamente fuera, el animal que me causaba un dolor estrepitoso se contraía en mis manos mientras colgaba, obscena y desnuda, como una virilidad olvidada. Y aquí que no me saco a Bob de la mente, su disgusto por la monotonía y quien sabe que viejo asco sentía por aquellas bellísimas mujeres que nos recibían con las tetas al aire y la sonrisa del dios siempre bueno, del que nos hablan los domingos. Esta lombriz es única y ahora que ya no la tengo dentro, que ya no me hostiga con sus cólicos, la siento cada vez más. Pueda ser que la lombriz sea Bob, o que de un momento se haga yo y más tarde sea las tetas al aire de las chicas del club. Quizás Bob tenía razón: son todas iguales, y lamento haberlas probado todas.
Tuesday, April 19, 2011
Escena para la nostalgia
Se me ha ocurrido mientras se me contraía el estomago de dolor y manotazo a manotazo me sacaba una larguísima lombriz del ombligo, lo que me dijo Bob. Se me ocurrió preguntarle una noche sobre las chicas del club Loquiso, sobre su forma suelta de desenvolverse, la manera en que se alzaban sobre el suelo y nuestros sueños en puntillas, altas y promiscuas. Bob me respondió con un seco "todas iguales, las he probado todas". Todas iguales dice Bob, que las ha probado todas, reitera. Es acaso improbable o absurdo que en lo que me saco este anélido del cuerpo me venga a la mente esas frases de Bob, sobre el club Loquiso, sobre las locuras del sexo ilegal. Ya completamente fuera, el animal que me causaba un dolor estrepitoso se contraía en mis manos mientras colgaba, obscena y desnuda, como una virilidad olvidada. Y aquí que no me saco a Bob de la mente, su disgusto por la monotonía y quien sabe que viejo asco sentía por aquellas bellísimas mujeres que nos recibían con las tetas al aire y la sonrisa del dios siempre bueno, del que nos hablan los domingos. Esta lombriz es única y ahora que ya no la tengo dentro, que ya no me hostiga con sus cólicos, la siento cada vez más. Pueda ser que la lombriz sea Bob, o que de un momento se haga yo y más tarde sea las tetas al aire de las chicas del club. Quizás Bob tenía razón: son todas iguales, y lamento haberlas probado todas.
Posted by Mishra The Pirate at 11:43 PM 3 comments
Sunday, April 3, 2011
Teorema de la mancha
Posted by Mishra The Pirate at 6:00 PM 0 comments
Friday, April 1, 2011
¿Mwen wè mwen wè, n' a wè?
Veo veo una planta de zapote, cargada de frutos como si fuera a mudarse; está siendo golpeada por una ridícula nieve de cenizas que crepita en el aire, en este ardiente e implacable sol caribeño. Más abajo, uno, dos, tres niños se bañan en un riachuelo, mojados hasta la cintura por un agua insalubre. “¿Veo veo, qué ves?” gritan los críos jugando el mismo juego que yo, aunque eso no tengo manera de saberlo ya que exclaman en un creole negrísimo, pero me parece que eso juegan, que juegan lo mismo que yo, se siente la observación en sus voces. Uno, dos, tres perros le ladran (mis perros) como reprochandoles, advirtiéndoles algo que no logro descifrar, un poquito secos y angustiados, pero sus colas se mueven por la excitación del juego, se les nota el gozo animal. Los chamacos chapotean entre el agua verde, un liquido turbio que se eleva en el aire como una ráfaga de realidad. Aún exclaman “¿veo veo, qué ves?” pero no logro adivinar cuál es el el objetivo de su acertijo, y sus miradas son muy vagas desde donde los observo. ¿Es una planta? ¿Serán las espinas de la jabilla que se asoman desde el tronco? O es, quizás, un pequeño pez que se hace mágico entre el agua y la arena que levantan. Los canes (mis canes) ya resignados se limitan a observar la alegría del juego, probablemente comprendiendo todo el asunto, la conmovedora simplicidad de la escena.
Suena el teléfono. Arrebatado de mi tarea de espectador, me apresuro a responder: “Si buenas, aquí Banco León...”. Luego de una acalorada discusión con el representante me es informado que se ha comenzado el proceso para embargar mis propiedades y que puedo, según el tono de voz sofocado y sorprendido del empleado del banco, pasar un buen resto de la tarde.
Al volver a mi espectáculo, encuentro que se ha cambiado de acto. Ya los niños no están y los perros han dejado de observar, ahora sentados bajo la sombra mutilada de un guayabo. Podría ser que la privación de mi elemento haya creado una desarmonía en el sistema, o ego aparte, mi conversación telefónica duró más de lo que creí. Al final sólo se encuentran los zapotes, con sus puntas señalando hacia el lomo dorado de este sol insufrible. Ya no importa lo que el banco pueda confiscar: mis muebles, el TV que nunca enciendo o todos mis libros. Con una precisión infernal y astucia felina, el gran artefacto gris del hombre ya se ha llevado, sin boleto de retorno, mi felicidad.
Posted by Mishra The Pirate at 11:21 PM 0 comments