"if iu don get shat, it's not fanni to tell de stori"
En la noche del jueves las caricaturas se tornaron realidad. Pero no las buenas, Sam Bigotes (buena traducción) y Bugs Bunny y los judíos calvos, si no la del armamento del pueblo.
Todos a esta altura del tiempo conocen a Martha, LA Martha, concursante del reality del pueblo que no es del pueblo, salvadora del planeta y asesina de ballenas blancas. Esas son cosas que afortunadamente me tienen sin cuidado, porque a pesar de todo aún soy joven y mi atención está dedicada a otras cosas que aunque más importantes, son igual de patéticas.
Decidí en mi sabiduría obesa que esa noche de un jueves sin mucha luna, tenía que dormirme temprano. Así que le dediqué a mis últimas dos horas de vida a un libro de Pratchett, ese viejo tan gracioso, que me prestó muy amablemente una persona que dice estar cultivando una relación neutra conmigo. Quisiera entender, y comprendo un poco.
Mis vecinos se han reunido en su antigua casa, y como babuinos o algún mono el cuál no recuerdo el nombre, patean el suelo en espera de un veredicto final sobre la gran Martha, en frente de una plasma de muchas pulgadas. Esta situación no es para nada nueva. Mi vecino, al ser bachatero, me ha robado demasiadas noches y yo le he dado demasiadas gracias: pero ahora se interpone entre mi lectura y la comodidad de mis almohadas nuevas, y no puedo concentrarme completamente en las peripecias de Rincewind y Twoflower.
En medio de maldiciones y QUE FALTA DE REPETO POL DIÓ, de repente, cómo cuando esperas algo que no viene, las personas estallaron. Gritos de alegría: woooo, waaaa, ganamos, ganamos, salten y rómpanse el galillo, wooo, Moby Dick está muerto. De repente recordé que ese jueves era el final del Reality Que No Debe Ser Nombrado, y que la jodía bulla significaba probablemente la victoria de la concursante Dominicana, tan fea y tan poco graciosa pero que se robó la bandera para ondearla en otro sitio y ese circo es el que le llama la atención a la plebe.
No me tomen a mal, a mí no me interesa en lo más mínimo lo que las personas celebren. Yo ni siquiera creo en los cumpleaños, y me pesa de sobremanera felicitar a las personas que cada día que pasa son más viejas y más iguales. Pero en el momento en que aquel zumbido entro por mi ventana y como un catarro caliente me pasó por delante de la cara, supe que debía hacer las paces con mi mente y escribir al respecto.
Balas al aire: estás en Villa Mella, querida. Debería considerarlo como slogan para mi autobiografía, si es que un día una ráfaga de plomo que me encuentra me deja paralitico y sólo puedo escribir soplando un calimete y dar entrevistas que me olvidaran en un mes con la voz de un Predator. Así que, querida Martha, hazme un gran favor. Si es que pasas un día por este rincón del internet y decides parar en mi blog (primero tienes que encender el computador, aunque ya no te vas a poder reflejar en la pantalla y sé que eso te molestaría) ten la prudencia de dejarme un comentario respondiendo a mi petición: por favor regálame una caja de cerveza. Yo no soy muy asiduo a la cebada y las ganas de mear que da, pero aunque sea reponme la mala experiencia con eso. El susto que pasé me ha quitado los otros sustos, y yo estaba demasiado feliz pensando en la decepción que me traen dos o quizás tres mujeres que en realidad son solo una.
A tu contesta te dejaré mi número telefónico, para poderme comunicar contigo y saber cómo me harás llegar el tan preciado alcohol. Pero claro, yo no tengo problemas, también podemos bebérnoslo juntos: así me hablaras de cómo pudiste encantar más de un millón de personas con mala música, y de si Moby Dick en realidad era una ballena blanca o solo un sueño demente del Twilight Zone del bananerismo. Besos querida, besos.
2 comments:
hahaahhha!
soplando un calimete jejeje
MOntro ute ecrive bemaciado vien
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