Al aceptar que estar ebrio, escupir en mi propio shirt y adorar a Satanás es lo único que me mantiene cuerdo, el sonido y las puertas abiertas me reconocerán por las mañanas: las despedidas no serán más que recuerdos discernidos por las distancias, y la oscuridad se perderá con todo ese amor inútil entre la orina de la mañana.
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