Monday, June 1, 2009

Conversación casual con un gorila

Estaba yo entrando a este restaurante de Sushi por recomendación de mi jefe, y al abrir la puerta corrediza con ese exquisito decorado oriental que lamentablemente falla en hacerme sentir fuera de lugar, lo primero que veo detrás de la barra es a este simio de enormes proporciones, lavando las tablas de madera con los pies.

En una situación normal, cualquier persona con una pizca de sentido común se hubiera muerto de un susto o tan siquiera exclamado un poderoso “coño”; pero ese no es mi caso, ya que yo nací con una anomalía genética mutante que me hace diferente a los demás.

Tratando de disimular mi sorpresa, apresure mi paso hacia el asiento mas cercano al gigantesco primate, poseedor de una sólida musculatura y un sobrenatural brillo en el pelaje. Al ver que el lugar estaba completamente vacío., aclare mi garganta y pedí el plato de la casa, moviendo mis manos con extrema cautela. El Gorila dejando a un lado las tareas que estaba realizando en el momento, se apresuro a abrir el refrigerador, extrayendo una bandeja de madera donde estaban delicadamente ordenadas cuatro porciones de sushi de tuna. Antes de llevarme la primera a la boca mire al extraño chef y las palabras salieron solas:

- Y... como es que alguien como tu está trabajando en un lugar como este?

El Gorila me miro implacable con sus grandes ojos negros, como si estuviera de alguna forma enojado. Creo que no le gustan las bromas y se tomo mi comentario como un insulto racista. Creo que debo ser más cuidadoso con lo que digo, en especial cuando trato de romper el hielo con su especie.

- Bueno, perdón si te lo tomaste a mal, solo trataba de decir que es extraño encontrar a un Gorila trabajando en un restaurante de Sushi, es todo.

El, inmutable, aun me observaba; agujereándome con esa mirada salvaje.

- Oye, creo que me pase de la raya, pero no es para que te quedes callado. Considero que si mi comentario fue de alguna manera desagradable para ti, me lo deberías de hacer saber cuanto antes… para enmendar mi error, al menos.

Mis palabras parecían perderse alrededor de la desolada barra, sin alcanzar a nadie.

- No importa que seas un Gorila y hagas cosas terribles. Yo creo firmemente en que los primates de tu especie son seres mansos e inteligentes y que las atrocidades que cuentan documentales baratos son puras patrañas y nada más que sensacionalismo.

Afine mi mirada hacia los orificios nasales del gigante, que solo se movían milímetros, mientras este inhalaba y exhalaba aire… MI precioso aire. Que se cree este Gorila de mierda? Que es mejor que yo? No soy merecedor de una respuesta?

- No piensas rebajarte a contestarme entonces? Ja! Y yo que trataba de ser amable pasando por alto los estúpidos que son ustedes los monos; oíste? MONOS! No merecemos estar en la misma línea evolutiva… no son más que una molestia.

Hice una pausa, y víctima de un repentino ataque de ira me pare rápidamente, dejando caer la silla en la que estaba sentado a un costado. No pasaron mucho tiempo nuestras miradas entrecruzadas para que yo inexplicablemente estallara en lagrimas y comenzara a gritar entre sollozos:

- Yo soy superior! Yo trabajo para vivir, no ando acicalando a mis amigos y cagando al aire libre! Soy un ente pensante y pseudo-escritor! Tengo hobbies, me gusta la buena comida y tengo a alguien que me ama por quien soy!

Desde atrás de la barra, una voz profunda me atropelló.

- Alguien que te ama? Si es así que piensas, mi querido e irresponsable surfista, entonces tu eres el salvaje.

Por primera vez desde mi llegada, el simio había abierto la boca. Esta vez para hablar, y dejar salir en una sonora carcajada.

Perplejo y asustado, corrí hacia la puerta corrediza, pasando a través de ella y destruyendo todo a mi paso. Salte desde la cima del árbol y me columpie entre los cables de la electricidad. Tire el grito mas poderoso que jamás hubiera podido imaginar, aun mas fuerte que los que yo y mis amigos lanzamos al aire durante la época de apareamiento. Me rasque los testículos, me golpee el pecho y asalte sexualmente una roca.

Después de un rato me tranquilicé y todo regreso a la normalidad. Aun me gustan las bananas, y me prometí a mi mismo que jamás comería sushi de nuevo.

Nadie me puede engañar, ella me amó.



“El asesinato literario no es más que un error humano, la búsqueda miserable de una epifanía personal." - Charles Markansvansky

1 comments:

Penélope Collado said...

tu malditisima madre pirata, tu malditisima madre.