Tuesday, December 7, 2010

Parley



Hay un infinito debajo de tu cama.
Si te deslizas silenciosa en su inferioridad
cabe la remota posibilidad de presenciar el nacimiento de un sol
escupido por la ardiente oscuridad
para luego ser bautizado
por nuestra constante necesidad de criticos neonatos.

Hay ciertos infinitos dentro de las televisiones
algunos técnicos podrán confirmar esto, querida.
Dentro, en la ensimismada plasticidad de su forma geométrica
la televisión revive ciertos momentos de tu historia
todos vistos mientras sientas
arraigando tu hermosa topografía con la naturalidad de la hiedra
tomando al fin la forma del frondoso baluarte de mi insanidad.

Y no me hagas comenzar
con el pequeño infinito de tus nalgas
esos hermosos relieves
ápendices mesmericos
que pendulan de tus caderas

O el de tus tetas
rotundos y tristes globos de melaza
que te cuelgan del corazón
máximos planetas
posibles adictos a la desnudez analitica.


Entre mi piernas aflora segura otra infinidad
un monumento céntrico
el último guiño de satisfacción.
Y este, exotica cicatriz
es el mastil que dirige incansable
la tripulación de mis obsesiones
la vulgar multiplicación
mi único y último regalo

-notese los acentos en las U-

el infinito que de verdad te he querido mencionar
desde que te deslizaste al mundo y escuchaste
hermosa e implacable
tu propio llanto.