Monday, October 31, 2011

3 huevos sancochados y una onza de jamón de pollo 3 veces al día, todos los días


Las sombras de Auguste Rodin
se postran ante el plástico brillante
de un pote gigante
y comienzan a rezar meditativos,
llorando sus plegarias con gruñidos
sudor y abdominales.

Aquellos productos del régimen
pasan años observando su reflejo
en un pozo de agua estancada,
confundiendo tapaculos por espinillas;
algas de orina son ahora malvadas estrías
en los tan bien cuidados cuerpos
de estos rehenes de la vanidosa paranoia.

Adictos al guineo y la creatina,
los errantes nudosos en buena forma,
monjes americanos de la codicia estética,
se la pasan esnifando polvo y pelando bananas
en los gimnasios más calientes del universo.

Al fin, llegando a la edad adulta,
a los fitness junkies
se les entrega su primer
par de guantillas
y pesas hechas de concreto.

Estos son los amigos que conocí:
todos ellos afortunados, todos ellos
metiendo proteina y levantando hierro
hasta ponerse rojos y azules del esfuerzo.
Estos Spiderman del sacrificio
hacen parecer la fatiga un placer divino,
una cruzada sin paragones hacia
los confines de todos los totos del mundo.

A veces les creo, también.
Pero los huevos están a 5 pesos,
no me gusta el jamón de pollo
y la obscenidad de aquel surrealismo,
eso de jalar polvo por echar un polvo,
puede llevar hasta la bestia más salvaje
al más universal de los celibatos.

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