Tuesday, May 26, 2009

Caida libre

Allí estaba, con la mirada fija en la botella de shampoo, perdido entre el viscoso material rojo. Nunca entendí la importancia del Áloe Vera, aunque quizás solo estuviera pensando en ello para ocupar mi mente.

El zumbido del silencio, acompañado por los altibajos de la bombilla, eran elementos necesarios para acompañar el escenario, preparándome para el momento de ejecución. Desnudo, con mi naturaleza en las manos, buscaba otra excusa para no darle de beber a la bestia. Obviamente, el tiempo había llegado, y no tenía de otra: enfrentarme al final de los tiempos.

Desde adentro, las venas latentes ubicadas debajo de mi espalda, respiraban por si solas del esfuerzo. Cuanto agobio de solo estar allí, rodeado de las descoloridas baldosas, abrazando de piel a piel los capilares de mis pies. Respiré hondo y lo intente repetidas veces, incluso cerré los ojos: pero mi voluntad era más fuerte que la obligación... mis canales no se abrirían.

Entonces comenzaron a fluir las ideas. En los momentos de desesperación, el instinto humano prevalece, aun mas allá de nuestro entendimiento; solo es necesaria la motivación adecuada. Extendí mi mano por puro instinto, detonado por las neuronas que aún me quedan durante la crisis, y alcancé la llave del lavamanos, la cual abrí con un suave movimiento de muñeca, como el que se guarda de que algo estalle. Un instante después el solvente universal comenzó a caer graciosamente.

Ayuda inevitable del hidrógeno, bocanada de humedad. La idea del agua corriente, la indetenible decadencia de la vida, los 5 minutos que le faltaban para terminar. Juego con el arma, doy de beber nuevamente al gran lago.

Como me gustaría enrollar este momento y fumarlo. Perderme entre la inmundicia.

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