Tuesday, May 26, 2009

Markansvansky y la demencia

Quisiera ser un cavernícola, el macho alfa de sus ordenadores.

Cóncavo, lascivo, mancha, piel, sol, inerte, estático, vaya vaya, miren lo que tenemos aquí. Pero que interludio insoportable, termina de salarla que está lista para comer.

Caníbal, poder, He-Man, los señores que se arrastran con la boca, como gusanos que aun esperan la tesis para el estudio bifocal del universo. Por eso escribes palabras, para saciar a los inquietos, como debilidad, cloro, bicarbonato, química y agentes que reprueban sus exámenes de detective.

Y bajo el microscopio, todos sonreímos muy dentro, como un subnormal. A sabiendas de que estamos caminando en las calles de su vida, aunque no sea como Neil Armstrong, con ese gran paso para la humanidad y el inevitable acoso de sus pisadas bajo el viento lunar.

Conspiración y luz propia, he dicho!

Te sientes feliz cuando piensan en ti, eh? Pues claro, no hay mejor receso que el refresco, efervescente, refrescante, marrón, negativo, asesino. Porque incomodo, mal sentado, yuxtapuesto no me siento, ni mucho menos tu, demasiado banal para mirarte en el espejo.

Te regalare un pene de cumpleaños, mi queridísimo amigo, y cuando las venas de tus ojos quieran estallar de soledad, llantos de los que no te arrepientes y que conviertes en canción, ahí estaré recitando palabras que nadan como el sexo, como el tuyo, el olvidado, el elegido que truena durante los apagones.

Lujuria, bufón, confuso, corriente, bulbo, pecho, calor. Y los que leen no entienden, porque a sinceridad nada tiene sentido si no eres la carne.



“Honestos bastardos y nobles amateurs… yo los puedo envilecer con solo un golpe de una pluma, donde yo he escrito nada crece. Demasiado viejo para ser maldecido, poco experimentado y un tanto homosexual, necesito que me ames y me expliques el por qué los niños huyen de mis besos.”

Y así le dije al conde del rio, para que no me castrara al final del día. Si lo convencí no lo sé, jamás miro hacia abajo después de que me dejaste por aquel mecánico. Sonreí al ver tu sombra marcharse, pero mis pezones jamás volverán a ser los mismos.

1 comments:

Adrian said...

“Honestos bastardos y nobles amateurs… yo los puedo envilecer con solo un golpe de una pluma, donde yo he escrito nada crece. Demasiado viejo para ser maldecido, poco experimentado y un tanto homosexual, necesito que me ames y me expliques el por qué los niños huyen de mis besos.”