Sunday, January 24, 2010

Los contornos naranjas


La víbora regresó de uno de los tantos nortes en los que habita y se apareció en mi hogar, dicho sea de paso desnuda, como una sombra de corazón podrido. Priva de cualquier piel esperaba en el umbral de mi habitación (lugar donde el sueño descansa de mí), ansiando arrepentida el calor de mis genitales. No sé que querrá de estas reliquias pintadas, lo que busca tan afanada en el peso y el agrio de la infección prima.

Pero como siempre, cedo a la traición de la monogamia y los gustos adquiridos, mientras que su maldad de ojos vacíos contonea lo que queda de mí en posiciones que nunca, en estas historias de amalgamas frívolas, se hicieron para caminar.

Recordé inmediatamente el llamado de los números doce, que suena más o menos con un mudo “What is the point of laying in a comfortable position if you can't fall asleep in it?”, mientras ella, constrictora de meses pares, me destrozaba la espalda. Menol, pero ute si e' puelca un rato: eso no se hace así.

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