Thursday, January 13, 2011

Molto Alto, Acto III: sobre el sueño, la primera acusación

Con su amenazante descanso, dormir implica un antagonismo a la verticalidad. Es un abandono prematuro a la muerte, el acto de simular el descanso final es obsceno y perezoso: el sueño es la negación a toda actividad motora, la lucha en contra de la creación y enemigo de todo arte. En la noche, cuando dormimos, las obras mueren y las competencias son corridas al revés; todo es absurdamente construído (subconscientemente, demasiado dentro) de manera que el hombre aniquile durante un espacio vagamente definido de tiempo su deseo de vivir la realidad.

Las pesadillas y sueños son, para así decirlo, una construcción aleatoria de la psique que nos castiga por el acto de no hacer, evitar, y finalmente, castrar la acción: la actividad más lógica de la razón. El universo nos ha maldecido con el sueño y lo hemos abrazado como condición invariable, con una constancia atroz. Que desidia la del hombre, nos recostamos sobre nuestro propio magnicida con una dejadez, que a falta de definición, no se podría más que atribuir a lo burdo y animal.


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