Tuesday, August 23, 2011

Asalto de sugestión


"No me haga date un machetazo mamagüevo. Dame to'."

Fue lo único que me dijo durante aquél episodio. Con sus manos vacías ejecutaba amplios ademanes, simulando blandir un machete imaginario. A que machete se refería este moreno, un enclenque de hombre, sucio, harapiento y famélico, no lo supe hasta instantes después, cuando mi visión bíblica de la realidad fue destrozada para siempre.

Primero retrocedí, moderadamente sorprendido. El individuo era de una obvia apariencia hostil y acentuaba su postura violenta ondeando sus antebrazos en el aire, empuñando la más complicada imaginación. Había algo aterrador en su insinuación psicótica, una cosa que se escapa de toda concepción. A orillas de la urbe, aquel moreno sudoroso estaba haciendo uso del más fino hipnotismo: su locura adivinaba mis palpitaciones y con su machete invisible™ conducía hábilmente mis ganas de rogar por mi vida; de vaciarme los pantalones con to' y cartera para así poder dejar botada mi cédula, licencia de conducir y otros documentos varios desde Guaricano hasta la plaza del chicharrón, como un camino de migajas llamado Marcos Perez. Que iba a saber que bajo el sol dominicano me encontraría armada la sugestión.

Aún pasan por mi casa vecinos a llevarme mis papeles, tiguerones todavía hacen sonar mi celular ofreciéndome mi membresía de la biblioteca de la embajada americana a cambio de par de Jumbo.

“coooño montrón, pero canteate una cervecita aunque sea... y de verdá te atracó dique el loco de la cañá?”

“No”, respondo invariablemente, “me agarraron dos panas con unos machetones azules. Yo me le safé, pero pa' mí que me echaron algo...”.

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