Tuesday, May 13, 2014

III

 


Los triángulos son buenas formas, siempre habrá un balance en su silenciosa (y por ende imperiosa, para personas que le temen al vacío) geometría que presume pirámide, una escala en donde la vista siempre tendrá que visualizar un tope o un fondo, entonces meta, cúspide: ganador. Esto me resulta axiomático.

Lo que si hace seguro es que siempre parece que hay un uno aparte, el triángulo logra segregar puntos en el espacio mejor que ninguna otra forma geométrica, En mí su morfo simple acelera la idea de un logos perfecto. Bueno, podría bien no usar esa palabra tan opaca, que nos aplasta la cara con todo su vidrioso esplendor hipermetrópico, pero es una tentación muy grande invocarla para con las cosas que se sienten de esta manera, como el triángulo, un misterio de líneas que se unen. Vivir en gracia debe ser extender las manos como cables larguísimos en búsqueda del triángulo, para al final ponerlo en el pecho como doble corazón.

Por otro lado el cuadrado es horrible. Un punto más daña todo el asunto. Cuatro es multitud sin intimidad, eso que sabemos vulgarmente pluralidad. Uno con el otro, el otro con uno: interacción por ósmosis. Sin ninguna posibilidad de una tierna diagonalidad. Y que no vaya a ser que nuestro cuadrado comienza a frecuentar otros grupos de cuadrados y arranquen a teselarse entre sí desde la Zona Colonial hasta dizque el infinito, escribiendo poemas y otras yerbas aromáticas hasta que tengamos Santo Domingo lleno de mosaicos perfectamente simétricos (mejor cerrar los ojos o quedamos ciegos ante tanta palabra, verbum perfectum, vitrum oculi), pavimento que no se callan nunca. Aquí mismo, en nuestra Santo Domingo, donde aún hay bellos círculos andando por ahí: sujetados por bikinis, en cocos (ambos nueces llenas de agua) y lechosas romboides, hartas de cientos de estrellas.

Es llevar la geometría tan cerca que no se puede ver bien, lo sé. Pero es que esta mañana me levanté y vi por mi ventana tres guaraguaos que volaban sobre una mata de javilla, puntos flotantes en el cielo haciendo formas triangulares dentro del aire. Estaban bellísimos, parecían cuidarse el uno al otro.

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