Monday, June 8, 2009

La vida irreal: Monotonía

“Que imbécil el hombre! Queriendo hablar mucho sin decir nada, no es mas que un lúgubre monumento a la opinión podrida. Por eso lo amo y acepto con dolor mi exilio: llévenme donde solo pueda pensar en él y no ver como destroza sus propias palabras.”
Charles Markansvansky

Ayer me cogí una que se parecía a Ella. No lo hice tanto por volver a experimentar la sensación de tenerla, sino simplemente para saber que se siente desearlo. Pero es una más, un muñeco relleno de arroz.

Lo hicimos toda la noche, y a pesar de no sentir nada, la odie por unos segundos. Perdonan mi falta de interés (“baby, es que me tome dos de Alplax…”), el terrible amante que soy y me consuelan con sus “no pasa nada, mi amor”. Pero que me importa a mi? Las estoy usando de todas formas. Nos vamos a oler unas rayas y me pide que las esnife sobre su ombligo; le digo que está bien, qué más da. Nos ahogamos en el láudano, intoxicándonos con el momento que los adictos desean que dure para siempre.

Después de terminar la carrera, se le entran las ganas de conversar. Ay de mí, no se me antoja ni respirar. Respondo que sí, porque eso es lo que se supone he de hacer, hacerla sentir cómoda como en las pelis. Curioso que en vez de lograrlo, piense todo el tiempo en mis artistas favoritos: “Rocco Sigfredi siempre es alguien más”,“Podría matarte y nadie se iría a enterar” , “Que queréis de mi? Es mi alma o es mi dinero?”, “Like a complete unknown, like a rolling stone”. Algunos llamarían mi caso una canallada, yo más bien creo que es defensa personal, un procedimiento rudimentario para hacer la indiferencia interesante. Debimos de inyectarnos y mirar el espejo del techo toda la noche, al menos asi escribiría algo hermoso sobre sus estrías al día siguiente.

Por la mañana, aun está ahí. Me abraza y me susurra al oído que soy muy cómodo. Ya quiero que se vaya.

“Lo de anoche fue un error…”. Maldición, no en la cara, tengo que ir a trabajar.

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