Sunday, June 14, 2009

Vendedor de refrescos

Que tremendo desasosiego vivir conforme a una sola línea de letras;
Escribir para una sola persona es, ultimadamente, el suicidio literario.
Cuanto repudio en el regalo de mi atención
cuando más allá de las perlas y catarro
la nada crece debajo de la montaña.
Debajo de ese monte
donde nadie recuerda nada
donde se olvidó el odio y los reflejos intangibles de sus susurros.

Comienza a traicionarme el pensamiento?
Es verdad lo que escupe la estridula voz de la decadencia:
de las palabras solemnes que grite a los arbustos de su cabeza

–ese monte cojonudo-
nadie mañana sabrá nada.
Te respiro tanto que ya no le temo a la muerte
no te temo a ti
que tantas veces me has matado.

Cuanta cuasi-poesía en un solo cadáver
todo ese plagio
en el carrusel de mi propio canibalismo simbólico.
Y terminaremos por destruir la red de antagonismo intelectual,
asesinando mi último recurso; la inhabilidad de amar otra persona.

Adiós viuda jamona, treinta y cuatro strikes y aun no me sacas de la banca.

0 comments: