Tuesday, December 1, 2009

Diciembre

“Todos los años la vida termina, y el acoso del doceavo ríe a través del tamborileo de su prole, contento de su trabajo. Ningún igual será salvo de su ambición.”
El último Crisol

Llegó el señor de los sueños. Treinta un días de agonía, de arena y puntos claros en alas negras. Cierra tu cabeza y escucha la distorsión de las olas, el galopeo del futuro rector del universo.

Desde los pastizales de los Seis Hermanos, arrojado a la realidad mucho antes del sueño de Markansvansky; el Conde redobla las herraduras de su hermano sobre la tierra hecha polvo, esperando el ineludible final de su tiempo otorgado, que el mago del Tiempo, más por placer que por orden, restringió al exilio.

Atención camaradas, el rey de los sueños está entre nosotros: como un relámpago sobre el cielo del zoológico que sacude a las bestias en sus fauces de metal. Solo nos queda esperar con armas en mano e ignorar el berrido de su viola, que solo intenta convencernos de darle dos días más.

Nos arrepentiríamos, eso hasta yo lo sé; un simple escriba dedicado a una mitología fallida.

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